Dentro de las vertientes criolla y romántica
de la letra tanguera abunda la mención a las flores; no tanto en la de los
tangos “lunfa”. Procuraremos confeccionar un listado y antología de los tangos
más “floridos”, estudiando el uso en las letras de un repertorio de palabras
que designan árboles y flores o se relacionan con ellos, desde la inocencia
criolla del “agua florida” a los jardines modernistas. De las madreselvas,
cardos y yuyos silvestres (y ese “medallón de yuyo” del cornetín de tramway), a
las violetas de las violeteras en calles y cabarets, o a los lirios, nardos y
azucenas de los lánguidos salones con música de Chopin.
Como curiosidad: no incluimos la palabra
“cultivar” en la lista porque no aparece en ninguna de las letras. Pero sí incluimos
“mariposa” porque van de flor en flor, aunque en la letra de los tangos “mariposas”
son más bien las que queman sus alas acercándose cual Ícaras pecadoras a la luz
que no les es propicia... porque nacieron en el conventillo y lo abandonaron
por la luz del centro.
A esos efectos examinamos el uso de esos
términos en una base de datos de 1163 tangos, valses y milongas. Aparte,
analizaremos parte del mismo vocabulario en un conjunto de 387 canciones
criollas de diverso género, algunas de las cuales formaron parte del repertorio
inicial de Gardel con Razzano. En el caso particular de los valses, los
incluimos junto con tangos y milongas si son parte del repertorio habitual de orquestas
y cantores tangueros, y aparte como canciones criollas, si no lo son.
El resultado es un ramillete de letras en las
que predomina la evocación, como en general en la letra del tango, de la
fragancia de las flores como la de la inocencia del ayer, la de los patios aromados
y coloreados del erial de la niñez.
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