sábado, 24 de febrero de 2018

LOS TANGOS FLORIDOS


Dentro de las vertientes criolla y romántica de la letra tanguera abunda la mención a las flores; no tanto en la de los tangos “lunfa”. Procuraremos confeccionar un listado y antología de los tangos más “floridos”, estudiando el uso en las letras de un repertorio de palabras que designan árboles y flores o se relacionan con ellos, desde la inocencia criolla del “agua florida” a los jardines modernistas. De las madreselvas, cardos y yuyos silvestres (y ese “medallón de yuyo” del cornetín de tramway), a las violetas de las violeteras en calles y cabarets, o a los lirios, nardos y azucenas de los lánguidos salones con música de Chopin.

Como curiosidad: no incluimos la palabra “cultivar” en la lista porque no aparece en ninguna de las letras. Pero sí incluimos “mariposa” porque van de flor en flor, aunque en la letra de los tangos “mariposas” son más bien las que queman sus alas acercándose cual Ícaras pecadoras a la luz que no les es propicia... porque nacieron en el conventillo y lo abandonaron por la luz del centro.

A esos efectos examinamos el uso de esos términos en una base de datos de 1163 tangos, valses y milongas. Aparte, analizaremos parte del mismo vocabulario en un conjunto de 387 canciones criollas de diverso género, algunas de las cuales formaron parte del repertorio inicial de Gardel con Razzano. En el caso particular de los valses, los incluimos junto con tangos y milongas si son parte del repertorio habitual de orquestas y cantores tangueros, y aparte como canciones criollas, si no lo son.

El resultado es un ramillete de letras en las que predomina la evocación, como en general en la letra del tango, de la fragancia de las flores como la de la inocencia del ayer, la de los patios aromados y coloreados del erial de la niñez.



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