Según la letra del tango, la cana rondaba siempre los
ambientes más tradicionalmente ‘tangueros’ del arrabal, era un avatar a
mantener a raya. Entre la vida diaria de
muchos y el delito parece haber habido una zona angosta de ambigüedad, y el que
cae en cana aparece a menudo como un traicionado (hasta justificado),
sugiriendo que no están todos los que son ni son todos los que están. ¿Será así
ahora también? No era la vida del trabajador, que también escuchaba, cantaba y
bailaba el tango, pero sí la del cafishio, la del duelo criollo, la del juego y
la del cabaret... todas ellas estaban en las orillas del delito. ¿Y quién no
tenía un tío o un cuñado que andaba en esa vida?
En la
cana y el mundo del delito, hay acuerdo, está el origen del lunfardo, que se
convirtió en lenguaje por excelencia del tango de la primera época, en
particular en la década del 1920, y poco
a poco penetró el habla popular. Quizás en la permanencia de voces lunfardas en
la letra del tango – y eso es lo que
hace la lengua- esté la permanencia de
la asociación de este género con la vida perdularia.
Aquí el link con el artículo completo, que incluye un análisis del vocabulario de cientos de letras y una antología.
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