Estudiamos en este trabajo la aparición de un vocabulario de 34 términos en un repertorio de 1252 tangos, valses y milongas, para definir un listado de letras del universo tanguero en las que predomine como tema/ambiente el cabaret.
La selección de
letras resultante muestra un predominio de la década del 20, los “roaring twenties” ya que ese fue el
espíritu de los cabarets donde el tango —música, letra y baile- encontró campo
fértil para crecer, cuando llegó al centro después de triunfar en París. Pasa
el tango así a abarcar todos los sectores sociales, ya no solo el de la orilla,
ni el de los conventillos sino el de un ambiente social más alto. (ver “Tango,
te cambiaron la pinta”) Si bien los niños bien compadritos de que habla Borges
en sus conferencias concurrían a los primeros prostíbulos y peringundines, lo
hacían en forma vergonzante. El cabaret parece haber sido más aceptado
socialmente, aunque el estudio de estas letras revela muchas de las
interesantes contradicciones de la moral de la época.
Dice Carlos A.
Pregno en su introducción a “La crencha engrasada” de Carlos de la Púa:
Eran aquellos años cuando
mandaban los radicales y don Marcelo lucía su pinta bacana en las tardes de
Palermo o en los palcos del Colón. Cuando la euforia de los años locos
pretendía borrar los horrores de la Gran Guerra y la Reina del Plata se
asemejaba por arriba al cuerno de la abundacia, mientra que por abajo rumiaban
su impotencia y su bronca los desheredados de siempre.
En esa ciudad en que
Erdosain-Arlt macullaba su angustia detrás de la quimera de una revolución
prostibularia, había de todo para todos. Desde los tortazos de Firpo hasta las
zafadurías de Parravicini. Desde el ultraísmo de Florida a la prosa proletaria
de Boedo. De milonguita, la pebeta más linda e' Chiclana, hasta cocottes de
alto vuelo. Del destino tuberculoso al pie del piletón, a las noches de
Armenonville regadas de champán fracés, cocaína incluída, con el consabido
final sifilítico de Vieytes. El violín corneta de Julio De Caro y el fuelle
maestro de Pedro Mafia marcaban el derrotero del tango. El biógrafo ganaba en
popularidad gracias a las hazañas de Douglas Fairbanks y las genialidades del
entrañable Carlitos. La aséptica prédica de los socialistas contrastaba con el
estruendo de las bombas redentoras de Severino Di Giovanni.
Había tambien quien retrataba el costado fulero de la vida de la gran
ciudad. Quien recordaba a esa runfla que alentaba desde el barro. Guapos y
cafishos; canallas y extraviados sin horizonte; putas de ley, milongueras de
faca en la liga; el hondo drama de los inmigrantes ya viejos y vencidos,
llorando el triste destino de conventillo que les tocó en suerte.
Armenonville
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