Escribir sobre Pascual Contursi no es igual a escribir sobre
cualquier otro letrista de tango, porque se trata, y ya es redundante decirlo,
del precursor –con la complicidad de Gardel- de la letra del tango tal como
vivió y aún vive en nuestras memorias musicales y culturales.
Desde mi perspectiva personal –y cada persona aporta lo suyo a cómo los pueblos viven sus cancioneros- desde niña, al escuchar “Mi noche triste”, me conmovía la mención a los frasquitos y los bizcochitos.
Es que con Pascual Contursi el tango pasa a nombrar, sin pintoresquismos compadres, las cosas y las pilchas de la vida popular cotidiana de su tiempo. Ahí están “Mi noche triste”, “Bandoneón arrabalero”, “Ivette” , “Te doy lo que tengo”... modalidad que después recogen otros autores de la tradición letrística tanguera y está presente, por ejemplo en “Amurado”, “Ninguna”, “Mi vieja viola”, “Remembranza”, “Viejo smoking”, determinando en todos los casos su condición poética.
En cuanto al lugar de Pascual Contursi como precursor, no está solo en el contenido de sus letras, sino en el propio hecho de que el tango había sido hasta entonces algo para bailar, y empieza a convertirse, otra vez con Gardel como vehículo, en algo para escuchar. Como lo decía alguien (según Gobello el autor teatral Agustín Remón, según otros, Discépolo, que quizás lo repetía) Contursi llevó el tango de los pies a los labios,
Pero entrando de lleno a su calidad poética, encuentro en Idea Vilariño la mejor expresión de lo que era mi sentimiento infantil sobre las letras de Contursi, y con esto reconozco y admiro el coraje de Idea que, poeta sensible como era, fue de las primeras en dar consideración seria y comprometida a lo que para muchos era un género ajeno a la poesía...
Aquí el enlace con el artículo completo, que incluye comentarios y una antología
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